Durante la infancia, el niño vive en una fase en la que el juego debe ser su actividad princial.
Jugar es aprender, mediante el juego el niño comprende el mundo que le rodea y se comprende a sí mismo.
Esto contribuye al desarrollo de una conducta social positiva, refuerza su identidad personal y su autoestima.
El juego que tiene lugar en la primera etapa infantil es el pilar sobre el que se sostienen otras habilidades posteriores como la imaginación, la creatividad, la perseverancia, el esfuerzo, etc.
Los adultos no podemos olvidar su importancia, si no ofrecemos a los niños un ambiente preparado para que puedan jugar de manera libre estamos privándoles de la herramienta más poderosa con la que pueden aprender en esta etapa de la vida.
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